18/9/09

Volver a empezaaaar...

Al final yo también he empezado el curso.

Nuevo colegio, nuevo ambiente, nueva realidad,... Ha sido un cambio total. Todo es diferente y me hace sentirme insegura. No sé llegar a mi clase ni por qué puerta debo entrar, cómo funcionan los vestuarios y toda la pesca, no sé qué hacer, en quién puedo apoyarme, a quién puedo acercarme.
Las primeras impresiones son cosa mala y debe ser que yo no doy una muy buena.

En este momento me siento vulnerable y perdida, completamente desubicada. Pero todos los principios son difíciles. En cuanto me entere de cómo funcionan las cosas, en cuanto aprenda a sobrevivir en este nuevo mundo, recuperaré mi aplomo y cabezonería. Espero.


Sé que el post es un poco fugaz, pero estoy algo liada cogiéndole el tranquillo a todo y terminando la armadura. Mañana me toca visita a Pontejos y deberes de Filosofía. Toma ya.



PD: Me han puesto un empaste y dentro de poco me quitarán las muelas del juicio. Imagino que ahora tendré superpoderes... Quizás cambiar de tamaño con ayuda de los botecitos de enjuague que me ha dado el dentista... Quizás.

13/9/09

Venize - Firenze

Ya he vuelto. ¿Cuántes veces habré dicho esa frase desde que abrí esté blog?
Da igual, porque esta vez es diferente. Esta vez me he ido lejos de verdad. He vuelto nada más y nada menos que desde Italia. Cuatro maravillosos días de patear calles y comer pasta.

Nuestro avión salía de la T4 de Madrid-Barajas a las ocho de la mañana, lo que suponía tener que estar allí, como mínimo, sobre las seis y media. Eso significa levantarme a las cuatro. Ahí queda.

Me planteé muy seriamente quedarme haciendo el mongui y revisando la maleta y, directamente, empalmar. Estoy convencida de que sobrevaloramos eso de dormir. Sin embargo, como ya arrastraba algo de sueño de las fiestas de Navas (de las que acababa de volver u.u) y no quería vagar medio inconsciente por Venecia, decidí descansar un par de horitas.

A las diez de la mañana del miércoles 9 de Septiembre llegamos al aeropuerto Santa Lucía, en Venecia continental. Un autobús nos acercó a la isla, y ya en la Piazzale Roma, cogimos el vaporetto para recorrer en Gran Canal hasta nuestro hotel.



La habitación estaba prácticamente pegada a la piazza San Marco, que he de decir, es impresionante. Lo que más me gustó de ella, sin ninguna duda, es la imagen del Canal enmarcado por el Palazzo Ducale y las dos columnas. Sobretodo desde la terraza de la Basílica. Maravilloso.
Y por supuesto, la Basílica y el Palazzo son increíbles. No llegamos a entrar al Palazzo Ducale, pero personalmente la Basílica me gustó mucho más por fuera que por dentro. La vista desde la Galería de los Caballos es preciosa, para mí, más que desde el Campanille, pero el interior no deja de ser una iglesia bizantina, muy recargada y muy grandiosa, pero no tiene ese toque que me roba el habla.

Gran Canal desde la Basílica

Basílica de San Marcos

En Venecia visitamos poco más, la mayor parte del tiempo la dedicamos a pasear. Recorrimos callejones oscuros, calles iluminadas y puentes, muchos puentes. Eso es lo que realmente me ha enamorado de Venecia. Sus calles. Ese aspecto decadente, cargado de señoría. Ese ambiente misterioso, mágico. Eso es lo que realmente me ha dejado sin palabras, la razón por la que volvería una y otra vez.



El viernes a primera hora cogimos un tren y nos fuimos hasta la estación de Santa María de la Novella, en Florencia. La primera impresión fue menos impactante, después de todo Florencia es una ciudad preciosa, llena de arte por todas partes... Pero ciudad al fin y al cabo. Venecia es... Otra cosa.

Aquí nos lo tomamos con bastante más calma y no nos cundió tanto, pero es que había demasiado caballo en el ambiente >.<
Echamos una mañana para ver la Galleria dell´Alcademia. Nada más que por poder ver al David de Miguel Angel ligeramente iluminado, al fondo de una galería, alejado de todo, vale la pena esperar las colas.
También me gustó mucho la Sala de los Yesos o del Ottoccento. Definitivamente me atrae más la escultura que la pintura. Al menos en la mayoría de los casos.

La piazza de la Signoria, con sus estatuas en plena calle y la fuente de Neptuno, me encantó. Visitamos el Palazzo Vecchio, recorrimos los alrededores y paseamos todo lo que nos permitió el cuerpo. No es que tengamos nada en contra de los museos y galerías, pero es que lo de andar por las calles era casi adictivo. Aunque sí que me hubiese gustado poder pasar a ver la Galleria degli Ufizzi, aunque solo fuese por la sala de DaVinci.

El exterior del Duomo, igual que en Venecia ocurrió con San Marcos, me encantó. Además, todas las iglesias que vimos seguían el mismo estilo, como si todos los edificios hubiesen salido del mismo molde.

Iglesia de Santa María Novella

Duomo


El viaje ha sido fantástico, y lo peor de todo es que ya estoy deseando repetir. Hasta ahora solo había sido un proyecto, un pequeño sueño, pero ahora que esto de viajar se ha convertido en algo real, me temo que lo deseo con más fuerza que nunca. La lista de destinos es tan larga que temo no poder verlo todo. Y es que ese es mi problema, querría poder recorrer el mundo entero, ver a la gente, las grandes ciudades, los rincones más recónditos,... Entender algo, verlo todo.
Experimentar.
Experimentar otras formas de vida.