28/6/11

Hoy es 28J. Hoy es el aniversario de los disturbios de Stonewall en el 69. Hoy hace 42 años desde que Sylvia Rivera lanzó un tacón a la policía; desde que la muchedumbre se levantó contra los constantes abusos de la sociedad y el poder; desde que se echaron abajo las puertas del armario.

Asi que, aprovechando que todavía queda un poquito de día, quiero animar a cualquiera que me lea a defender los derechos LGTB+ independientemente del tipo de relaciones afectivo-sexuales que mantenga. Porque lo que suceda entre tus piernas o en tu corazón no debería condicionar lo que consideras justo o apoyas.
No se trata de una cuestión de tener pluma o de ser solidario con esas pobres minorías. Homofobia, bifobia, transfobia,... Todo esto son realidades que se mantienen en nuestra sociedad actual. No hace falta irse hasta Irán, donde el Estado puede decidir que asesinar a un chaval de quince años porque alguien decidió acusarle de homosexual es una de sus responsabilidades. Entre los europeos progres y políticamente correctos también existe la homofobia.
Porque es homofobia, por ejemplo, acosar a niños y adolescentes por su orientación sexual hasta empujarles al suicidio. Pero también es cuestión de homofobia convertirte en el centro de atención de todo un vagón de metro por besar a una persona de tu mismo sexo. O no poder quitarte a un imbécil de encima cuando estás con tu novia porque o bien eres una de sus fantasías hecha carne o bien eres una desgraciada que no ha conocido una buena polla. Y sinceramente, no sé que es peor.


Yo salgo a la calle porque gente que conozco me lanza miradas despectivas; porque antes de conocerme, me preguntan si tengo novio; porque caundo hablo de esa chica que me gusta hay quien me dice "no pasa nada, está bien, pero no me des detalles", como si me estuviesen perdonando algo mientras me cuentan varias veces lo que han dicho y hecho con sus aceptables parejas heterosexuales.
Salgo a la calle y hablo de esto porque yo soy una privilegiada que vive cómodamente, porque es algo en lo que realmente creo. Y en lo que puede creer cualquiera.

El primer formulario del resto de tu vida

Ya está hecho. Bueno, en realidad lleva hecho unas cuantas horas, desde las nueve de la mañana. La cuestión es que ya soy preuniversitaria de primer orden. No sé qué o dónde estudiré, pero hacerlo, lo haré. Me siento como si acabase de echar una quiniela, lo cual, después de un año sudando sangre para dar lo mejor de mí no me deja muy buen sabor de boca.

Esta entrada tendría que haberse publicado el pasado viernes pero, por supuesto, no iban a funcionar las cosas a la primera. En primer lugar, ¿para qué vamos a poner toda la información que un jovenzuelo histérico, recién salido del JEP, va necesitar juntita y clara? Es mucho mejor fragmentarla en varias páginas diferentes pero parecidas entre sí (que cueste diferenciarlas, que sufran), y ser lo más escuetos posible, no vaya a a ser que solucionen todas sus dudas. Luego, hay que dar unos plazos lo más cortos posibles para reclamar y presentar quejas. Y dentro de esos plazos, dos de cada tres días no se podrán cargar los formularios necesarios para hacerlo.
Porque, hey, somos muy modernos y ahora está todo informatizado. ¡Salvemos el amazonas! ¡Abajo el papel! ¿Que se caen los servidores? ¿Que no funciona el sistema? Ya lo solucionaremos para la próxima vez, y el que no pueda hacerlo, se jode, menos papeleo que manejar. (¿Papeleo sigue siendo un término válido? ¿No deberíamos inventar alguna palabra más apropiada?)
Por último, solo se dispondrá de diez minutos para rellenar los formularios de preinscripción, lo que forzará a la gente a realizar el mismo proceso unas doce veces antes de poder terminar. ¿A que jode?


Y superada esta fase, quedamos aquí en un mes para ver qué me toca estudiar este año. Y qué papeles me toca rellenar...

Si ya lo decía Marisol: La vida es una tómbola, tom, tom, tómbola...