27/1/10

Cierra los ojos



No sabes cómo empezó esta historia, ni siquiera estás segura de qué es lo que ocurre, lo único que tienes claro es que te supera. Intentas pensarlo, analizarlo y entenderlo como haces con todo lo demás. Intentas buscar el origen, averiguar dónde y cuándo empezó todo.
¿Sería culpa tuya o suya? ¿Acaso algo funciona mal en tu cabeza y tu corazón? ¿Sería culpa de un gesto cariñoso? ¿Una mirada tentadora? ¿Un suave abrazo?
No, no fue un abrazo, al fin y al cabo lleváis estrechándoos toda la vida. Tampoco fue un beso de bienvenida. No puede haber sido una sonrisa cálida, un apretón en la mano en el momento adecuado ni unas palabras interesantes. Nada de eso puede ser la causa porque al fin y al cabo todos los demás también lo tienen y no sienten lo mismo que tú.
Pero es normal que sientas cariño, te dices. Es normal que quieras abrazarla y verla contenta, al fin y al cabo sois amigas.

El problema es que Lorena no es tu amiga. No la soportas, no te da besos de bienvenida ni te ha regalado una sonrisa nunca y sin embargo, no puedes evitar pensar en lo bien que le queda ese pantalón nuevo.

Son las hormonas, te dices. Eres una adolescente y nada está claro, ¿no es normal que te lo plantees todo? Es rebeldía, nada más que eso.
Pero por si acaso lo consultas con Sandra. Es tu mejor amiga, le has confiado siempre tus secretos, ella no te traicionaría. Y aun así, cuando habláis, das rodeos, la confundes, cambias de tema hasta que no sabe muy bien de qué estáis hablando y puedes interrogarla sin que sepa qué le estás preguntando.
Te enteras de que ella nunca ha pensado en ello. Tan solo se lo planteó cuando visteis a aquellos chicos besarse en una serie, pero terminó por decidir que, aunque parecía asqueroso, unos labios no son más que unos labios y si cierras los ojos puedes hacer cualquier cosa.

No lo ves muy claro, pero te obligas a convencerte de ello. En el fondo no puede ser tan distinto, ¿no? No son más que unos labios que chocan y dos lenguas que se juntan.

Así que haces un esfuerzo. Has decidido que, aunque el mundo te diga lo contrario, aunque tu cabeza grite otra cosa, lo que te pasa es culpa de las hormonas. Tienes quince años y ya es hora de echarse novio para quitarse todas esas tonterías de la cabeza.
Sabes que le gustas a Juan y Raúl te mira más de lo necesario cuando os cruzáis en el pasillo, no debería haber problema. Le das vueltas unos días, valoras los pros y contras y fríamente te decides a actuar.

Una tarde te quedas a esperar junto a los vestuarios. Raúl sale recién duchado y tú le has dado tantas vueltas al tema, haces tanta fuerza por que todo sea como debe ser, que al verle te pones nerviosa. Buena señal, te dices. Y sin saber cómo, te encuentras entre los brazos del chico, oliendo a aftershave y con su boca peligrosamente cerca de la tuya.
Al día siguiente te enteras de que estáis saliendo por una amiga. Sabes que deberías alegrarte, que deberías ser asquerosamente feliz y no dejar de pensar en él. Es alto y guapo, inteligente, distinto a los demás, tiene una bonita mata de pelo castaño y te mira casi con adoración. ¿Acaso no es lo que siempre habías pedido? ¿Acaso no es el hombre perfecto?

Te convences de que le quieres, de que es el hombre de tus sueños y cuando lo piensas, la razón te dice que es cierto. Por eso, cuando sus labios se ciernen sobre los tuyos, le dejas hacer, esforzándote con toda tu alma por que aquello salga bien, por que las cosas sean como deben ser.
Pero no hay cosquilleo, ni mariposas en el estómago, ni siquiera una triste emoción.

Ese bigote tímido e incipiente te molesta, sus manos son grandes y acaparan demasiado para sí, su cuerpo te aprisiona contra la pared y sientes que te ahogas. Y es que, malditos sean todos los que dicen lo contrario, aquel no es tu sitio.

Hay una crisis de pareja y sabes que no vas a volver a saber nada de él, pero no te preocupa, por extraño que resulte, incluso te sientes mejor. Sara sigue sonriéndote, sigue abrazándote cada mañana y con eso tienes bastante. Encima, Lorena vuelve a lucir esos malditos pantalones que la hacen tan guapa.
Empiezas a ser consciente de que un novio no es la solución, de que hay algo que falla en el mundo que te obligas a ver y de que las cosas pueden ser mucho más fáciles de lo que las pintan. Si te gusta Sara en vez de Raúl, ¿cuál es el problema?
Pero entonces te acuerdas de esa amiga que lo ve como algo raro y digno de rechazo, del cura que te dio la Primera Comunión y te habló de pecado y condena, de tu hermano que propone una hoguera. Y te sientes mal, fatal. Ese mundo que empezaba a cobrar forma y sentido vuelve a tambalearse, tal vez sí haya problema en que no te guste Raúl. ¿Acaso no es el hombre perfecto?

Recurres a tu madre, la única que te ha hablado claramente de tolerancia. No sabes qué decir o qué sentir, pero te haces una idea de lo que significa. Y se lo dices. ¿Hay algo malo en que te guste una chica?
Sí, claro que sí. En tu madre ves al cura, ves a tu amiga y ves a un monstruo que todavía no conocías. Descubres que la tolerancia sólo sirve fuera de casa y te sientes vilmente engañada, traicionada y atacada.

Lloras durante horas, durante días, hasta que crees que vas a secarte para siempre, y de pronto, todas tus dudas se convierten en determinación. Si ellos pueden engañarte, confundirte y odiarte, a ti puede gustarte una amiga. Porque no estás muy segura de si la causa es un abrazo, un beso de bienvenida o una sonrisa cálida, pero sabes que te gusta. Y te gusta mucho.

Con esta revelación entre las manos te sientes libre y fuerte, capaz de todo. Y eso es precisamente lo que haces. Todo. Todo lo que habías deseado, soñado y anhelado y ni siquiera tú sabías. Al fin y al cabo, por una vez en la vida sabes lo que quieres, por una vez puedes tenerlo todo.

Así que, sin darle muchas vueltas, te lanzas y te plantas en la puerta de los vestuarios. Esperas durante los minutos más largos de toda tu vida, mientras tus rodillas flaquean y tu corazón intenta escapar del pecho. No sabes si es emoción o un infarto, pero no puede ser mala señal. En ese momento nada puede ser malo.
Ella sale recién duchada, con los suaves rizos todavía húmedos. Sientes el impulso irrefrenable de tocarlos, acariciarlos, y por una vez en la vida no te detienes. Sabes lo que quieres.
Recibe el gesto con una sonrisa dulce, se acerca más a ti. Tu respiración se acelera hasta que piensas que vas a perder el conocimiento, pero no retrocedes, sabes lo que quieres.

—Cierra los ojos —pides, con voz entrecortada.

Tus dedos siguen enredados entre sus rizos y cuando sus párpados se cierran suavemente, tiras de ella con necesidad. Labios que chocan, aromas que se funden. Estás aterrada, no sabes cómo va a terminar toda esa locura, pero ni siquiera te lo planteas porque ella aprieta el beso y vuestras lenguas se rozan.
No hay mariposas en el estómago esta vez tampoco, estás demasiado extasiada como para pensar en pequeños bichos alados.
Su boca es suave y perfecta, sus manos se posan con timidez en tu cadera, vuestros cuerpos se amoldan con naturalidad.

Alta y guapa, inteligente, distinta a todo lo que habías conocido, tiene una preciosa mata de pelo castaño y te mira con ternura. Es perfecta.
Es una chica.

Y cada vez que sus manos te tocan y vuestros labios se encuentran, sabes que es así como debe ser porque, digan lo que digan los demás, cerrar los ojos no es suficiente y un beso no es solo un beso.







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Empiezo esta nueva etapa del blog con un pequeño relatillo. No es del que más orgullosa estoy, creo que podría mejorarse mucho, pero de alguna forma es especial y me gusta.

A pesar de no escribir, paso gran parte del tiempo imaginando escenas y conversaciones. Últimamente a mi mente le ha dado por entrar en modo bisexual de forma que mi repertorio de personajes, escenas y perversiones se ha ampliado considerablemente, así que tenía muchas ganas de darle rienda suelta.

Lo escribí en un momento de extraño estado de ánimo, por eso tiene un formato extraño. Es la primera vez que escribo un relato en segunda persona y se me sigue haciendo raro leerlo, pero creo que es parte de su encanto ya que el contenido no está muy elaborado. ¿No da sensación de cercanía?


Espero poder llenar esto de historias a partir de ahora, pero eso significa tener más tiempo para escribir y en este momento no parece muy probable. Sin embargo, seguiré intentando poner a funcionar de nuevo la máquina de escribir ya que este blog nació para dar cabida a todos estos pequeños escritos.

De momento, me conformo con que os haya gustado.

25/1/10

¡Hola de nuevo!

Empezamos otra vez, pero sin despreciar el camino recorrido. A partir de ahora, intentaré tener este rincón más ordenado, más serio y mejor escrito, aunque sin renunciar a las chorradas esporádicas que nos caracterizan. Sí, parece difícil, pero si soy capaz de disfrutar a la vez de Campanilla y Elfen Lied, creo que podré conseguirlo.


Así que de momento, nada más que daros la bienvenida de nuevo a un rincón que nació en un impulso, sin ninguna premeditación y casi por puro aburrimiento, y ahora me tiene enganchada. Espero que vosotros lo disfrutéis tanto como yo.

14/1/10

Preguntas y SIDA

Sé que tengo esto un poquito abandonado, con actualizaciones insulsas cada mucho tiempo, pero ahora mismo estoy un poco agobiada con los estudios y me temo que seguirá así, al menos hasta que pueda quitarme de encima un par de trabajos.

Y de uno de esos trabajos surge el tema de este post.
Para la asignatura de CMC tengo que preparar un pequeño trabajo de investigación y tras darle muchas vueltas, he decidido hacer un pequeño estudio (si puede llamarse así) sobre el conocimiento que tiene la gente sobre el SIDA.
Tengo que decir, horrorizada y preocupada como estoy, que tras pasar una pequeña encuesta a la gente de mi entorno, la mayoría no tiene ni idea de las vías de transmisión... algunos ni siquiera tienen muy claro si es una enfermedad, un castigo divino o una marca de champú.

Así que os propongo un pequeño reto personal.
Voy a subir el cuestionario sobre el SIDA, podéis descargarlo, responderlo y mandármelo por correo o quedároslo para vosotros solos, como prefiráis.
No hagáis trampas y busquéis las respuestas en Google, no es un examen ni nada parecido así que lo importante no es quedar bien si no ser sinceros. Los cuestionarios que me mandéis no formarán parte de la estadística del trabajo ni serán publicados en ningún sitio, es algo totalmente anónimo, con la única intención de ponerse a prueba a uno mismo y acercarse un poco más a una enfermedad rodeada de mito y desconocimiento.

Si la gente se anima a participar, en cuanto tenga un rato tranquilo subiré las respuestas "buenas" y también unas tablas con los resultados, o unas gráficas,... Depende de como me levante.


Si alguien quiere usarlo me gustaría que me pidiese permiso antes de publicarlo en otro sitio. Gracias.


El cuestionario está hecho por mí y de acuerdo con los temas que quiero tratar en el trabajo. Se centra sobretodo en las vías de transmisión y un conocimiento muy general sobre el VIH/SIDA.
No le busquéis interpretaciones retorcidas a las preguntas ni os plantéeis si hay amputaciones, heridas, sangre o vísceras de por medio, tampoco dilucidéis si el condón se rompe o es de fibra vegetal; si no pone nada, no hay truco que valga. No está hecho para pillar a nadie, tocar es tocar, sin heridas ni sangre; si besas no tienes porqué sangrar por las encías y si te has hecho la vasectomía no hay que plantarse si te la hicieron bien o mal.

Y repondiendo a una pregunta que ya me han planteado tres o cuatro personas, no, en la pregunta 12 no hay que comerse nada. En serio, si comer mierda es lo primero que pensáis ante esa cuestión deberías hacéroslo mirar, a mí ni siquiera se me había ocurrido.


De momento esto es todo. Prometo (a cualquiera que me lea y a mí misma) escribir algo en condiciones en cuanto tenga un ratito y a todos aquellos que leo y sigo también os pido que no me olvidéis (Mew, Marc, va sobretodo por vosotros, que os tengo abandonados y me encanta leer lo que publicáis), intentaré volver a la bloggosfera algún día no muy lejano.

Hasta entonces, podéis hacer el cuestionario fantabuloso y mandármelo, no podéis decir que no os dejo entretenidos n.n

Suerte y ya sabéis, ¡el condón nunca hace daño!

11/1/10

Blanco Invierno


Se terminó la Navidad, las fiestas y con ello las vacaciones, pero el invierno sigue. En realidad por aquí no empezó a nevar hasta el viernes... y desde entonces no ha parado.
Esta es la escena que nos hemos encontrado esta mañana al levantarnos, bonito, ¿eh?

Estas fiestas han sido tranquilas y muy familiares y hoy que empezaban las clases he vuelto con energía. Sin embargo, a pesar de que las quitanieves han llegado hasta aquí y yo no he tenido muchos problemas para bajar, han suspendido las clases. Así que aquí estoy, el primer día de clase escribiendo en el blog.


Aprovecho esta entrada sin contenido para subir el pequeño gif que hice hace un tiempo. Fue en pleno arrebato de reivindicación y mala leche que me dan de vez en cuando (consecuencias del trato con curas sectarios, supongo), pero para ser resultado de tontear con el photoshop con más enfado que interés, creo que me quedó bastante cuco.

Be free


Y para que no se note tanto que no tengo nada que decir, que simplemente me apetecía pasar y escribir algo, os dejo unas fotos de los perrillos, que indiscutiblemente son los que más disfrutan con que pasemos el día en casa, sobretodo si hay nieve.
Pasadlo bien y aprovechad mientras podáis, que luego vuelve el calor y no hay quien salga a la calle.





8/1/10

Whisky de Fuego

Faltaban pocos minutos para las dos de la madrugada, pero Sirius no estaba cansado. ¿Cómo podía estarlo si había pasado meses y meses encerrado en esa maldita casa? No había nada que hacer entre aquellas desconchadas paredes. Subió el volumen de la radio y llenó otro vaso de whisky de fuego. El décimo, pensó antes de llevárselo a los labios.
Si James le hubiera visto en aquel momento no habría reconocido a su amigo en aquel rostro cansado. Sus ojos habían perdido ese brillo lleno de vitalidad que los había hecho irresistibles, su sonrisa era poco más que un recuerdo de los buenos tiempos. Suspiró y se dejó caer en el sofá. Era asqueroso. Aquella maldita casa era asquerosa. Todo le traía recuerdos que desearía haber podido borrar hacía mucho. Casi podía ver a su hermano sentado frente a él, observándole con esos fríos ojos oscuros que parecían reírse de todo. El rostro de Regulus expresaba un orgullo que Sirius había perdido hacía mucho.
Las acusaciones, la desconfianza de Moony, los dementores, las ratas que le habían alimentado. Entre todos habían podido romper a Sirius Black. Pero aquello era algo que no admitiría jamás. Ni aunque el fantasma de James se le apareciese.

Y encima aquel maldito elfo estúpido no dejaba de murmurar. Había pasado muchas noches en vela, escuchándole maldecir mientras se arrastraba por el pasillo frente a su cuarto. Si todavía no le había estrangulado era... Bueno, ya no sabía muy bien por qué era, pero estaba seguro que en algún momento había tenido una buena razón para detenerse.

Llenó otro vaso y se lo bebió de un trago. No quería volver a oír maldiciones en mitad de la noche. No quería volver a recordar. No, no quería pasar ni un minuto más atrapado entre aquellas paredes mohosas, carcomidas por el odio de sus propietarios. Nunca había sido feliz allí, pero desde que había vuelto casi echaba de menos Azkaban. ¿Tan mal lo había hecho en otra vida para merecer semejante castigo?

Tenía que salir de allí. De aquel salón, de aquella casa, de aquella maldita vida. Quería dejarlo todo atrás. Subirse a su moto una vez más y dejar que la velocidad y el viento borrasen los problemas.
Trastrabilló frente a la puerta. El suelo parecía moverse bajo sus pies. El pomo tampoco quería estarse quieto. Pero cuando consiguió sujetarlo, no fue capaz de abrir la puerta. Malditos fuesen todos, no podía salir de la casa. Se lo había prometido a Dumbledore. Y a Harry. Tenía que aguantar por Harry. El chico se merecía una familia, aunque fuese un maldito prófugo borracho; se merecía una casa sin muggles estúpidos, aunque fuese aquel maldito agujero, y antes o después alguien tendría que hablarle de su padre. Del verdadero James, el que tan solo él había llegado a conocer de verdad.

Suspiró y se tambaleó de vuelta al sofá. El sofá en el que de pequeños habían jugado Regulus y él. Ahogado por la soledad y el recuerdo se aferró a la casi vacía botella de whisky. Su silueta, al igual que el resto de la habitación, empezaba a desdibujarse. Y eso estaba bien. Al menos así podría alejarse de la maldita realidad mientras esperaba a Harry. O a James. Al que primero llegase.







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Los personajes y la trama original pertenecen exclusivamente a J. K. Rowling. Este relato es publicado sin afán de lucro o la búsqueda de beneficios de ningún tipo.

Image by mindofka




Os dejo un nuevo relatillo después de mucho tiempo sin escribir nada. Lo publiqué hace unos días en FanFiction, pero entre unas cosas y otras todavía no había visto oficialmente la luz por aquí.

Sí, es un fic sobre Harry Potter, pero no me preguntéis que extraña obsesión tengo con estos libros, porque ni yo misma estoy muy segura. Hace mucho, muchísimo que los leí y en su momento me emocionaron, después he visto las películas y me han parecido entretenidas, que no fieles a la trama. Sin embargo, ahora lo releo y aunque todavía me gustan, algunas cosas me parecen casi un poquito... infantiloides.
Aunque supongo que es normal después de conocer, por ejemplo, a Geralt de Rivia. O a Roland y su Torre Oscura.

Y a pesar de todo, cada vez que vuelvo a entrar en contacto con la historia, siento ganas de escribir algo. La última vez fue Snape, ahora Sirius.
Sin ninguna duda me gusta la generación de los Merodeadores más que la actual, de la que se salvan los gemelos Wesley, Luna y si me he levantado muy, muy bien y estoy pensando en los últimos libros, también Draco.
Tal vez la próxima vez que me salte la vena escriba algo sobre Remus Lupin, mi querido Moony, o Bill, el aventurero de Gringotts. O puede que recaiga en Severus que, para qué engañarnos, me fascina.


El relatillo, poco más que un drabble, lo sitúo más o menos poco después de que Harry dejase Grimuld Place para ir a cursar su quinto año en Hogwarts. Pero supongo que podría tener lugar cualquiera de esas solitarias noches que Black pasó encerrado en la vieja casa de sus padres.

Sirius es un personaje que me encanta, tanto en su formato de jovenzuelo rebelde como en el de ex-convicto gastado por los años. Su muerte (culpa de Harry! >.<) me dolió muchísimo, más que la de Dumbledore he de decir, aunque esto también puede ser porque en el fondo estaba convencida de que el director reaparecería de un momento a otro envuelto en una nube de humo. Sí, con tachán y redoble de tambores incluido.

El caso es que, como no puedo resucitarle (ya sabéis, no hay hechizos para eso) y como pequeño homenaje de fan, he intentado imaginar cómo serían esas interminables horas atrapado en Grimuld Place. Y sinceramente, no era capaz de hacerlo sin una botella de algo bien fuerte cerca, porque estoy segura de que la soledad también afecta a un Black.

1/1/10

Felicidades, felicidades y más felicidades

¡¡Lo conseguimos!!
....

¡¡Lo conseguí!!

Aunque son unas fechas un poco críticas para celebraciones que no sean navideñas, me siento muy orgullosa de anunciaros que este es el post nº 100. Una centena de entradas y dos años de trabajo.
Porque sí, amigos, también es hora de celebrar nuestro BlogAniversario.

Después de dos años, las entradas son menos estúpidas e insustanciales que al principio, pero siguen llevando mi firma en cada sarta de tonterías y horribles adjetivos de propia fabricación que os cuelo. No me lo tengáis en cuenta y no esperéis que esto cambie, cada día nuevos adjetivos mutantes surgen en mi mente. Incluso he terminado pegándoselos a alguna mente inocente, ¿verdad Mew? Pornoso y fantabuloso ya no los digo solamente yo xD

Después de todo este tiempo, le he cogido mucho cariño a este pequeño rincón de desahogo que ha terminado recogiendo todos esos desvaríos, sandeces y profundas (o psicóticas) reflexiones que nadie más quería escuchar. Espero que vosotros también sintáis algo de apego por él.



Y ya, sin más dilación...

Bienvenidos y muchas felicidades. Empieza el año.

Muchos tendrán ya fabulosos planes para estos próximos 365 días, otros, simplemente esperarán llegar hasta el próximo 1 de enero.
Yo, como podréis suponer, soy de las primeras. Como siempre, vivo de construir castillos en el aire y aunque muchos se derrumbarán por sí solos y otros tantos con mi propia ayuda, no voy a dejar de trabajar por que los pocos que queden en pie, cobren forma ante mí.
Medicina. Japón. Libertad. Viajar.
Son gigantescos castillos que a cada momento amenazan con derrumbarse hasta los cimientos. Muchos me diréis que no vale la pena ponerse metas tan (aparentemente) lejanas e inalcanzables, que es triste y patético vivir pensando en el futuro, sin disfrutar del momento. Y sí, en muchos momentos estaré de acuerdo con vosotros. Cuando la frustración y el cansancio puedan conmigo querré derrumbar mis castillos, dejar de pensar y trabajar y poder, simplemente, pasar de todo.

Estoy segura de que así sería una persona más relajada, más tranquila. Pero mis castillos, a pesar de todo, siguen en pie ante mí, animándome a crecer y seguir adelante. Presionándome y agobiándome también, por qué no admitirlo.
Y cuando de vez en cuando tengo la sensación de que uno de ellos es más grande y está más cerca que nunca, la alegría y el placer que siento son maravillosos. Hace que valga la pena el trabajo que me ha costado llegar hasta donde estoy.


En este momento me encuentro con el libro de kanjis en una mano, el de biología en la otra y un cuaderno de notas bajo el brazo. Este año me he propuesto acercarme a mis grandes castillos y destruir ese aura que los convierte en inalcanzables. Un montón de proyectos surgen ante mí y estoy deseando lanzarme a por ellos.

Voy a estudiar japonés con más ganas que nunca y en clase voy a trabajar tanto que no será necesario presentarme a subir nota para tener una media brillante. Daré clases particulares al vecino y presentaré a concurso algún relato.Voy a darle vida a Natsuki, diseñando un uniforme fantabuloso, y en mayo, estaré en el Expomanga con Marg, Shinichi y Kyoko. Voy a cosplayarme de La Espada del Inmortal y encontraré un Kagehisa al que achuchar. Conoceré al misterioso Suas y le pegaré una patada a Joan. Iré a Barcelona con Reika y Mew y será el mejor salón al que nunca haya asistido.

Son proyectos, meros castillos en el aire, pero si he conseguido darles forma ahí, ¿qué me impide traerlos a tierra?
Estoy dispuesta a trabajar por conseguirlo.