1/5/09

Tras la batalla

Publico este post bajo petición (coacción y amenaza más bien ¬¬) de Susana. Antes de empezar advierto que esto no es un relato, sino fragmentos de una historia más larga tipo rol escrita aqui y que continua aqui. Esta escena se desrrollaría después de una fugaz y extraña pelea que tenéis en uno de los temas del foro y aunque no es necesario leer lo anterior para enterarse del grueso de la escena, yo os recomendaría que lo hicierais, creo que se disfruta mas ^^

Como está escrito por dos personas y para evitar confusiones, la parte narrada por Shinichi aparecerá de esta forma y la parte de Natsuki de esta otra.

Por último y antes de dejaros leer, quiero advertir que son escenas LEMMON, es decir, de arrejunte más o menos explícito (imaginais ya por qué el ansia de Susana? xD) asi que los sensibles podeis retiraros antes de sufrir el susto ^^


I. Contacto

NATSUKI: Me dejé arrastrar por Shinichi hasta su habitación sin ofrecer la más mínima resistencia. Habíamos dejado a Karcyn en la enfermería, asegurándonos de que estuviese a salvo y bien atendida, y ahora era nuestro turno de cuidarnos.

Estaba muy nerviosa, nunca había estado tan cerca de nadie, pero mi respiración se aceleraba solo con pensar en sentir la piel de Shinichi contra la mía. Apenas entramos en su cuarto y cerró la puerta, me lancé sobre sus labios en busca de un beso.
Acaricié sus labios con mi lengua y los mordisqueé con dulzura, esta vez buscando una respuesta por parte de él. Mis manos volaron hasta su cabello y con toda la suavidad que pude, le quité el coletero para poder hundir mis dedos entre esos mechones de seda.



SHINICHI: Estaba impaciente por llegar a la habitación. La enfermera había prometido hacerse cargo de Karcyn y yo, sabiéndola a salvo, tenía una necesidad que atender con urgencia.
Agarré la mano de Natsuki y tiré de ella con fuerza con la intención de llevarla hasta mi cuarto lo antes posible. Su mano, tan pequeñita en la mía, era lo primero que había tocado de ella desde la pelea y me aseguraría de que no fuera lo último.


Cuando llegamos, cerré la puerta con fuerza, listo para atacar al oír el ansiado click de la cerradura, pero Natsuki fue más rápida que yo. Me besó con ansia, jugueteando con su lengua en mis labios, mordisqueándolos. Sentí sus manos buscar la cinta que amarraba mi pelo y el suave deslizar de sus manos de nuevo entre mis cabellos. Sin poder resistirme mis manos volaron hacia su cadera y la atrajeron hacia mi cuerpo, desesperado por sentirla contra mí, mientras profundizaba el beso y deslizaba mi lengua hacia su interior. La sangre fluía de forma casi dolorosa chocando contra mis venas, como fuego líquido, ansiosa por sentir el tacto de la piel.
Retiré una mano de su cadera y comencé a desabrocharme los botones de la camisa.



Todo mi cuerpo se estremeció ante su respuesta. Su lengua se deslizó en mi boca, jugando con la mía. Sus manos guiaron mi cadera contra la suya, arrancándome un suave gemido de deseo. Toda aquella ropa me estaba molestando.

Entonces él se me volvió a adelantar, empezando a desabrochar su camisa. Jadeé entre sus labios, todavía fundidos en un intenso beso. Si no se la quitaba pronto yo misma se la arrancaría.
Separe mis labios de los suyos y fui dejando pequeños besitos por su mandibula y su cuello, siguiendo el camino hacia su pecho. Quería saborear su cuerpo entero.
Cada botón que él desabrochaba, mis manos se deslizaban un poquito bajo su camisa y mis labios regaban un nuevo trocito de piel.

Cuando por fin tuve su pecho al descubierto, mis manos cayeron hasta su cinturón, intentando deshacer aquel impedimento tan molesto que eran sus pantalones, y mi boca saltó hasta su cuello, con pequeños lametones y mordiscos juguetones, incitándole a que me ayudase con aquella maldita hebilla que se me resistía.



Infinidad de sensaciones placenteras me recorrieron el cuerpo al sentir su boca trabajando cada pedacito de piel al descubierto. Todas y cada una de mis terminaciones nerviosas parecían estar bailando al son de mi acelerado pulso, acrecentando mis instintos más básicos. Sentía una necesidad acuciante de tocar, besar, morder, y cualquier otra cosa que implicase un contacto físico con aquella mujer.

Sin ninguna delicadeza, no había tiempo para eso ahora, tironeé de su camiseta hacia arriba, intentando llamar su atención para que subiera los brazos. Natsuki retiró con reticencia sus manos de mi cinturón y me permitió deshacerme de aquella sofocante prenda que me había impedido hasta ahora el paso hacia su piel. Mis manos acariciaron avariciosas todo lo que quedó desnudo.
Sentía el pinchazo de la pasión tras cada movimiento, impaciente por seguir en lugares mas íntimos que aún estaban tapados.

Me arrodillé frente a ella y dejé que mi lengua se perdiera en su ombligo, bajando lentamente la boca al tiempo que mis manos deslizaban la falda por sus piernas. Cuando la falda tocó el suelo y llegué al borde de su ropa interior, emití un gemido ronco.
Me estaba muriendo de impaciencia.



Sus manos se deslizaban sobre mi piel, despertando mil sensaciones en lugares que no sabía ni que existían. Toda mi piel ardía bajo su contacto y la sangre bombardeaba despiadadamente mi cabeza, dejando mis acciones a cargo de mis instintos más básicos.

Temblé cuando la falda cayó a mis pies, ahora, apenas dos diminutas piezas de tela nos separaban. Sentía mi cuerpo latir al ritmo de sus caricias y, avariciosa, extendí mis manos para acariciar yo también, quería sentir su piel entre mis dedos.
Entonces él se dejó caer, escapando de mi contacto. Al sentir su lengua en mi ombligo, un gemido ahogado se escapó de mis labios. Su boca seguía trabajando sin piedad alguna sobre mi estómago, pero siempre respetando la frontera que marcaba mi ropa interior. Las rodillas me temblaron ante tal embestida de sensaciones, necesitaba fundirme con Shinichi, tocar, sentir, morder, besar todo lo que él me permitiese.

Me dejé caer sobre él con una sonrisa, intentando ahogar los gemidos que me producía su contacto. Desde su regazo, me lancé a por un nuevo beso, respirando su aliento con placer, mientras mis manos volvían a atacar aquel maldito cinturón. Ante la frustración de no poder vencer a aquel trozo de cuero, mis dedos se deslizaban bajo la cinturilla del pantalón y el calzoncillo, buscando nuevas extensiones de piel que explorar.



La cabeza me daba vueltas y ya no sabía si era por la falta de sangre o por aquella tormenta de emociones que se arremolinaba en mi interior. Me sentí consumido absolutamente por oleadas de placer cuando su mano se coló tímidamente bajo mis pantalones. Estaba disfrutando, pero aún no había calmado el ansia de recorrer su cuerpo, así que deslice una de mis manos sobre su pierna. Teniendola a horcajadas sobre mí, fue sencillo subirla con desesperación con la intención de alcanzar su intimidad. Sin embargo apenas había subido su rodilla cuando un dolor agudo en mi dedo índice me alertó de que algo no iba bien.

Gruñí contra su boca al sentir la singular sensación que provoca una herida recién hecha. Con lo acelerado que estaba no pude evitar apartar su cara de la mía con ambas manos de forma violenta. Mi respiración iba a trompicones, jadeaba contra su rostro mientras me esforzaba por recordar cómo se hablaba.

-¿Qué... qué llevas ahí? -Farfullé.



Mis manos se deslizaban por la piel de su estómago, del borde del pantalón hacia arriba, hasta encontrarse con la venda que cubría parte de su pecho. Era una sensación increíble el contraste entre su piel y la textura áspera de la venda.

Yo estaba concentrada en esta experiencia cuando me apartó de su rostro en mitad de un beso magnífico. Jadeé, me sentía privada de aire, pero en realidad era todo lo contrario, el aire fresco volvía a inundar mis pulmones. Le miré durante unos instantes sin entender, había hablado, yo había escuchado las palabras, pero mi cerebro no era capaz de procesarlas.

-¿Qu.. que? -articulé, sin comprender de qué me estaba hablando. Mi voz sonó ronca, casi irreconocible.

Entonces noté un líquido cálido sobre mi piel, una de sus manos estaba sangrando. Se la cogí inmediatamente, examinando la herida con preocupación. Era un pequeño corte en su dedo índice, nada importante. Y de pronto me di cuenta de lo que había pasado.
Me puse en pie de un salto, temerosa de volver a hacerle daño. La pasión, las sensaciones me habían enloquecido y cegado hasta el punto de olvidar el arsenal que llevaba encima desde la batalla. Avergonzada, me ocupé en librarme de los cuchillos que llevaba atados a las piernas ante la atónita mirada de Shinichi.

-Lo siento -susurré, acercandome de nuevo a su regazo. Temía que el incidente le hubiese quitado las ganas de estar conmigo-. Déjame curarte.

Con esta pequeña súplica, tomé de nuevo su mano herida y me llevé su dedo a los labios. Lamí con delicadeza la herida abierta, sintiendo el sabor de la sangre y de su piel sobre mi lengua. En ningún momento aparté la mirada de sus ojos, buceando en ellos, buscando su permiso para continuar.



Me estremecí al sentir el tacto de su lengua sobre la herida. Era placentero y doloroso al mismo tiempo. Sus ojos me miraban inquisitivamente, intentando retirar esa suave capa de escarcha que envolvía mis ojos fríos. Dejé que se derritiera ante el calor que desbordaban los suyos y adoptase el brillo de lo que sentía en aquellos instantes con más intensidad. Lujuria.

Con un rápido movimiento desabroché el cinturón y contemplé embelesado como su mirada se desviaba sin remedio hacia abajo. Aproveché ese segundo de distracción para agarrarla y alzarla conmigo del suelo, ahora que había recuperado algo de lucidez pensaba llevarla a un sitio más cómodo.

Mientras caminaba hacia el dormitorio ataqué sin piedad su cuello, mordí sus labios y lamí su oreja. El pelo me molestaba al caer a ambos lados de mi rostro en plena faena, pero en cierto modo le daba encanto a la escena. Ocultos bajo la cortina de pelo, me prometí a mi mismo que aquella chica iba a gritar mi nombre hasta que se quedase sin voz.



Mi pecho se hinchó de alegría cuando sentí de nuevo su piel contra la mía. Sin embargo, la alegría dejó paso a la excitación y la pasión en cuanto su boca volvió a caer sobre mí. Durante unos segundos intenté resistirme a que me llevase en brazos al sentirme insegura y me retorcí como un pez fuera del agua, pero sus brazos eran fuertes y aguantaron sin problemas mis inútiles sacudidas, aplastándome contra su pecho. El intento de escapatoria duró poco, su lengua en el lóbulo de mi oreja consiguió distraerme por completo.

Le pasé las manos por el cuello y recogí aquella impresionante mata de pelo que caía entre nosotros, interponiéndose en mis besos. Mientras mi boca se fundía con la suya, mis manos jugaban con su pelo y su cuero cabelludo.

Entonces me dejó sobre su cama. Me incorporé un poco, apoyándome en los codos, para poder observarle en todo su esplendor. Allí, de pie a los pies de su propia cama, parecía un depredador preparado para lanzarse sobre su presa. Me estremecí, anticipando la situación.
Levanté una pierna y acaricié juguetonamente su estómago y su ombligo con los dedos de mi pie. Me reí, llena de placer, al ver su cara.

-Vamos, Shinichi -le incité, con una voz baja, sugerente- te estoy esperando.



El sugerente sonido de sus palabras me invitaba a hacerle todo tipo de cosas, a cada cual más escandalosa. No había estado con muchas chicas y no estaba muy seguro del comportamiento habitual de una fémina en situaciones tan íntimas, pero mi experiencia se limitaba a encuentros tímidos, pudorosos, con un sonrojo permanente en las mejillas... Pero esta vez era distinto.
Ella era puro fuego, destilaba pasión por cada poro de su piel y me encendía tanto que iba a terminar con complejo de tea. El simple hecho de observar su cuerpo tendido sobre mi cama, sus piernas ligeramente separadas, su pie acariciándome el estómago... bastaba para que mi cerebro gritase a pleno pulmón que le arrancase la ropa y me lanzase sobre ella como una fiera hambrienta.

Decidido a seguir aquellas sabias indicaciones, me quité el pantalón y dejé que observara los estragos que estaban causando sus provocaciones sobre mi cuerpo, concretamente bajo mis boxers.

Con movimientos felinos me situé sobre la cama, apartando una de sus piernas para quedar entre medias de ambas de rodillas sobre el colchón, que se hundió ligeramente bajo mi peso. Aún sujetando en alto aquella pierna, aproveché para dejarla impregnada de saliva. Mi lengua se movía de arriba a abajo, yendo a parar cada vez más peligrosamente abajo. Una de mis manos tiraba insistentemente de sus braguitas, preguntandose por qué no podía apartar aquel pedazo molesto de tela caliente.



Sus ojos tenían la culpa. Esa impresionante mirada azul que estaba clavada en mí, me decía muchas cosas. Veía pasión, veía deseo, veía calidez también en los ojos de Shinichi. Y aquello me atraía casi más que sus caricias, porque en aquel momento yo estaba completamente entregada a él, pero tuve la sensación que al menos una pequeña parte de él también era mía.

En cuanto su lengua tocó mi pierna, todo mi cuerpo reaccionó. Mil sensaciones, muchísimo más intensas de lo que podría haber imaginado, atacaron mi cerebro, que quedó definitivamente inservible. Todo desapareció, para mí tan solo existían los puntos en que mi cuerpo estaba en contacto con el de Shinichi.

Tomé su cara entre mis manos y tiré de él hacia arriba, hasta que nuestros labios volvieron a chocar. Podría vivir de sus besos toda la eternidad. A la vez que mi lengua recorría todos los rincones de su boca, alcé las caderas, que fueron a chocar contra las suyas. Él aprovechó para dar un nuevo tirón a mis braguitas, que tardaron unos segundos en dejar de molestarnos.

Aproveché que sus manos estaban ocupadas en mis piernas, reconociendo el territorio que acababan de descubrir, para dar un brusco giro de cadera y colocarme a horcajadas sobre él.

Sentía su piel ardiendo bajo la fina tela que nos separaba, su cuerpo tenso entre mis piernas. Durante unos segundos me deleité observándole, pero mis manos enseguida se lanzaron de nuevo al reconocimiento de su piel.

-Creo que es mi turno -jadeé.

Y mis dedos se lanzaron contra la goma de sus calzoncillos, desesperada por eliminar esa última barrera ente nosotros.



Cuando me vi libre de la última prenda que me oprimía, enderecé a la chica sobre mí, preparado para terminar con esta espera angustiosa. Sus ojos parecían deterrirse de deseo y ganas de continuar, así que le dediqué una sonrisa traviesa alargando el momento inmediatamente anterior.

Después me adentré en ella. Me hundí una y otra vez marcando un ritmo suave que fue aumentando a medida que sus gritos me lo exigían. El sudor me perlaba la frente, me estaba muriendo de calor, todo lo que alcanzaba a tocar estaba más frío que mi cuerpo.

A medida que pasaban los minutos, aumentaban sus gemidos, mis jadeos, nuestros nombres que se entremezclaban en la oscuridad pronunciados por unas bocas que apenas podían dar más de sí. Sólo podía concentrarme en guiarla suavemente por la cadera, mostrando aquellas embestidas que me causaban más placer y que en más de una ocasión estuvieron a punto de quebrar mi control.

Dios, tenía que repetir esto costase lo que costase.



Con cada nueva embestida sentía que me fundiría sobre él. Mi respiración se acompasó al agitado ritmo que llevaban nuestros cuerpos. Me dejé guiar por él, por el movimiento que me imponían sus manos. Jadeé y gemí, susurré su nombre y lo grité. Escuché su voz llamarme y grité a la vez, fundiendo nuestras voces tanto como nuestros cuerpos.

Nos desplomamos sobre el colchón con la respiración entrecortada. Ambos agotados, no podíamos dejar de tocarnos. Nos fundimos en un apasionado beso y dejé que él se colocase sobre mi. Clavando los dedos en el colchón para no perder todo contacto con la realidad, volví a gritar su nombre. Una y otra vez.


Cuando finalmente nos separamos yo sentía que mi cuerpo no me pertenecía. Me quedé con la cabeza apoyada en su pecho, jugueteando con su pelo mientras la realidad de lo ocurrido iba calando poco a poco en mi mente.

Y después, a pesar de que mi voz apenas era audible y mi garganta estaba tan extenuada como el resto de mi cuerpo, estuvimos hablando. Apenas era capaz de mantener los ojos abiertos de puro cansancio, pero no quería dejar escapar el momento. Asi que hablé. Le hablé de sensaciones, de lo que pensaba sobre la gente que acababa de conocer, intenté encontrar algún buen recuerdo en mi pasado para él. Shinichi escuchaba con paciencia, asimilando todo lo que yo decía. Incluso susurró alguna que otra frase sin dejar de acariciar mi espalda.





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Como ya he dicho antes, esta vez no he escrito yo sola. Había dos personajes: Shinichi, controlado por Kirtash (más conocido...da por estos lares como Mew ^^) y Natsuki, a la que controlaba yo. El original es más largo, pero como se podía dividir perfectamente en dos he preferido dejar la segunda parte para otro post y asi evitarme la entrada kilométrica y guardar un poquito el misterio. Si os come mucho el ansia simpre podéis encontrar el resto en el foro xD

Desde mi punto de vista el resultado es genial, la escena masmola mucho y no nos ha quedado para nada soez ni predeterminado (he terminado aborreciendo el lemmon porque todos acaban siendo "ohh que bonito... ohh cuanto amor... ohhh como embiste... ohhh me penetró" >.<) Además, fue para habernos visto escribiéndolo. Ambas conectadas al foro y al msn, posteando y comentando las entradas simultáneamente... a las cinco de la mañana. Y os aseguro que las conversaciones que se pueden desarrollar en un momento así con para grabarlas. Nada más que escoger los calzoncillos de Shinichi nos llevó unas buenas carcajadas y aunque ahora no se note mucho, fue un verdadero problema meter las armas que traían de la batalla (lo del corte en el dedo fue un puntazo xD) Nuestros chicos estaban tan emocionados que empezaron a resobetearse y de pronto nos dimos cuenta que venían de darse de leches con los malos malosos y deberían ir cargados de armas... Como nos pudimos reír con la protección antivioladores de Natsu ^^ Y como extra y para terminar el post os dejo un dibujete que me hizo Susana después de haber leido esto.... Ainss si es que somos tan buenas que inspiramos y todo lol

3 comentarios:

Mew dijo...

No puedo, no puedo, lo de los calzoncillos me ha matado! Mueero xDD
Ay, Susana guarrilla que estabas impaciente por que Niwa colgase el relatillo este que nos marcamos en una de esas terribles noches de multi convers y subidones al leer los posts. Al final nos ha quedado algo bastante decente (o indecente, segun se mire xD) pero lo que molo sin duda fue hacerlo. Solo espero que tu madre no conozca la dire de tu blog xD
En fin, voy a dejarme caer por la cama un ratito aunq sea que hoy tengo q "madrugar" (jojojo no me lo creo ni yo xDD)

BesitoSs! Chauu!

.susi. dijo...

jajajaja holaaa!!! aaaainss me encanta!!! a ver si subes la segunda parte pero dentro de un tiempo para que sufran (muahahaha ^^)bueno... pues eso... jajajaja
que tk! y que sigas asi! bsts desde la playita xDD


**susi**

Charlie D. dijo...

Llego hasta aquí recomendada por Mew... jejeje.

Pues tengo que decir, chicas, que sois la caña. Las dos. Honestamente, la historia está muy bien escrita, y justo al punto que a mí me gusta en los relatos eróticos (ni soez ni cursi). Ains, si ya sabía yo cuando leí la historia de Mew que esta no podía ser mala...

Jo, después de leerla me han entrado ganas de hacer dos cosas (bueno, tres).

La primera es jugar una partida de rol con vosotras. Tiene que ser la caña... la de historias que podríamos hacer.

La segunda es hacer algo parecido... nunca se me había ocurrido, pero tiene que molar eso de escribir un relato erótico a medias con alguien (o con otras dos personas, y entonces tenemos un trío xD). Me parece una experiencia interesante y, a la vez, aporta "algo" al relato, lo hace más completo.

Y finalmente... me han entrado ganas de pillar un Shinichi y hacerle XXX... ejem, ejem.

P.D. Luego sigo leyendo la segunda parte... aún me queda trabajo por hacer Y_Y