24/3/08

Muñeca de Trapo (parte II)

El miedo. El mismo miedo que la mantenía presa en aquel piso, en aquella condena, era el único lazo con la vida que le quedaba.

Sacudió la cabeza para apartar aquellos pensamientos de su mente, cuanto menos lo pensara, más llevadero sería. Fue a por el estuche de maquillaje y se preparó para crear una máscara que la ocultara del mundo. Normalmente, él tenía cuidado de golpearla únicamente en zonas que pudiera cubrir la ropa, pero la noche anterior estaba especialmente colérico. Había tenido una discusión en el trabajo y por supuesto, la culpable debía ser ella. Tenía un pómulo amoratado y el labio roto, que se había infectado. Estuvo un buen rato curándose y pintándose de manera que las heridas quedasen invisibles a simple vista. Después se vistió con rapidez, unos pantalones y una camiseta oscuros, se llenó las muñecas de pulseras para cubrir las cicatrices y se cepilló el pelo. No se había dado cuenta de la hora que era, había dormido hasta muy tarde y tenía que tener la comida preparada para cuando él llegase. Buscó con desesperación en la nevera casi vacía y tras varias peleas con los rebeldes fogones, consiguió preparar unos macarrones que no tenían muy mal aspecto. No se atrevió a echarles queso pues llevaba al menos dos meses caducado, pero lo dejó junto al plato, no estaba muy segura de si sería peor darle los macarrones sin queso o que se pusiera enfermo. En cualquier caso se enfadaría terriblemente.


Poco más de una hora después escuchó el sonido de la llave en la puerta y tuvo que hacer un esfuerzo para reprimir las ganas de escapar a toda velocidad. Entró en la casa entre maldiciones y gruñidos, haciendo que Laura se encogiera de miedo.

-¿Está la comida? –tenía una voz áspera y cruel

-Si, está en la cocina. Tienes macarrones

-Más te vale que te hayan salido bien, he tenido un día muy malo y no quiero tener que comer la misma mierda de siempre


Ella asintió en silencio, sabía lo que pasaba cuando no le gustaba la comida. Esperó expectante el veredicto, se había esforzado en que estuvieran como a él le gustaban.

-¡LAURA! –el grito fue terrible y sin pensarlo corrió a esconderse en su habitación-. ¡Puta mal nacida! ¿Es que querías envenenarme? Sal ahora mismo de ahí, te voy a enseñar yo lo que es bueno... ¡HE DICHO QUE SALGAS! ¡Te vas a arrepentir de esto toda tu vida!

Él golpeaba la puerta con furia, intentando echarla abajo para alcanzarla y desahogarse un rato. Y ella lo sabía. Las lágrimas resbalaban lentamente por su rostro mientras intentaba acallar los sollozos. Aún le molestaba el vientre por la brusquedad con que la había tratado la noche anterior y la mayoría de golpes estaban recientes. No lo aguantaría.

La puerta cedió con un crujido y él apareció al otro lado. Tenía el rostro contraído de furia y el puño ya preparado, que se estrelló con un crujido contra su cara.

Se afanó en destrozarla. Llevaba unas botas grandes y duras, con unas enormes hebillas que se clavaban en su cuerpecito y le arañaban la piel. La pateó con fuerza, entumeciéndole las articulaciones e impidiendo que se protegiera de los golpes, que cada vez llegaban con más fuerza y rabia, el estómago, las piernas, los brazos, la cara,...

Aquella cría había querido endosarle el queso podrido, no podía creer que fuera tan estúpida como para no ser capaz de saber mirar la caducidad. Pues ya aprendería a tener más cuidado la próxima vez... No, seguro que lo había hecho a mala gana, esa criaja mal nacida había querido envenenarle. Pero ya se le quitarían las ganas de hacer cosas como esa cuando terminase con ella, si no se moría de la paliza la mataría de asco... Oh, si, ya se arrepentiría de haberle destrozado la vida. Porque si no fuera por ella, él habría sido capaz de ascender en el trabajo, de conseguir un puesto mejor. Pero claro, tenía que morirse la estúpida de la madre y la mierda del Estado le había endosado a la cría. Si no tuviera que hacerse cargo de ella no le habrían despedido aquella mañana... «Lo sentimos mucho, pero necesitamos gente con algún conocimiento de informática y que sea especialista en su campo... La competencia es más dura cada día y ya no podemos salvarle por muchos años que lleve aquí... Si terminase la carrera tal vez podríamos hacer algo... Y debería tener cuidado con su carácter, ha provocado demasiadas disputas y algunos empleados se han quejado de que es demasiado violento... Podrían denunciarle por acoso, muchas trabajadoras ya se han quejado...» Habían querido hacerle creer que la culpa era suya, pero él sabia que en realidad, la culpa la tenía ella. Si, por supuesto, se mataba todos los días para darla de comer y la muy zorra tan sólo conseguía que le quitaran el puesto...
La golpeó con más fuerza, iba a hacerla pagar todo el daño que le había hecho al aparecer en su vida.




>>Retomo este relato, que lo tengo un poco abandonado. No se muy bien que espero de el, a diferencia de Como la vida misma que lo voy escribiendo de seguido, este lo tengo a cachos y sin terminar. En el fondo creo que no os va a gustar y vais a pensar que soy un poco sadica, pero me apetece compartirlo con alguien asi que seguire colgando y escribiendo el sufrimiento de la pobre Laura en los momentos de bajon.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

wuau, siempre me sorprendes!!
Sii, yo keroh que lo compartas cnmigo!! Me parece bien.. sacar toda la rabia que se lleva dentro escribiendo.. que es mi caso, a veces, no se si el tuyo.
Xika, sigo diciendo que escribes genial, que soy tu primera fan... me keda muxo x aprender todavia... jeje

Wen, ps eso.
Muxos bsts!! Sigue así!!


t0ki0h0t31, :p

Anónimo dijo...

wiiiiiiiiiiiii!!!!mas, mas ,mas!!!
quiero mas!!!!!wuaaaaaaa molaaaa
oie y eso de k otras ejem ejem son tus fans nº1 JA una m***** YOYOYOYOYOYO SOY TU FAN NUMBER 1
Y AOLO YOoOoOoOoOoOoOoO
asik no lo olvides wapa!!!
tk10000000...
muxixixixisisisimomomossss bezotes
susi