Como la vida misma. capitulo XI

XI. Dobladillo

Pasan los días y todo se va calmando. Mi madre intenta olvidar el incidente de la pintura, las clases siguen siendo igual de inútiles que de costumbre y cada vez me llevo mejor con los chicos del San Fernando. Con Javi no se ha vuelto a repetir la situación... la escena... Lo que sea que ocurrió la otra tarde. Se comporta como si fuera una más y aunque solemos volver de clase solos, parece que nada haya pasado. Y los demás también me han acogido bien, Sergio es bastante reservado, pero me río mucho con Pedro y Cassy ya me ha propuesto ir de compras, aunque la que más me gusta es Luz. Es tranquila e inteligente, transmite una especie de alegría serena que me ayuda a olvidarlo todo. Y lo mejor de todo es que siempre me da algún buen consejo, muchas veces ni siquiera hace falta que le cuente nada, y eso en alguien como yo es fantástico.

Por eso, cuando una tarde Cassandra me pide que la acompañe hasta su clase a por un par de libros, me lanzo al interior del instituto sin pensármelo dos veces. Los pasillos son algo más oscuros y el mosaico de las baldosas es más sencillo pero por lo demás podría encontrarme en mi maravilloso colegio multimillonario y no notar la diferencia. ¿Habrá alguna Luna aquí? Seguro, al final todos los institutos terminan siendo lo mismo. Llevo una temporada bastante monótona, una razón más para querer quedarme en casa durmiendo. ¿Qué he vivido hoy que no hubiera vivido de otra manera? Oh, si, he desayunado un bollo en el metro y casi se lo vomito encima al loco de educación física cuando nos puso a hacer abdominales a las ocho de la mañana. Y he visto a Cassy darle una paliza a Pedro en ausencia de Javier, que no ha debido salir todavía. Irrepetible.

Mientras espero apoyada en una pared a que Cassy salga cargada de libros escucho un grito. Sigo el sonido y veo a una chica histérica a punto de estrangular a su novio en plena pelea de pareja. Que escena más tierna, que asco es esto del amor. De pronto ella se lanza sobre él y se dan el gran beso de reconciliación. Entonces Cassy grita mi nombre, buscándome, y ellos se separan bruscamente, pillados en pecado.

Dicen que la curiosidad mató al gato. Prometo no volver a cotillear en las peleas ajenas. Porque la tierna pareja que he visto, son Javi y su pelirroja novia de largas piernas y minúscula falda. Mierda.

Saludo como quien no quiere la cosa, casi molesta por la cara de susto de Javier, aunque el dolor de estómago que tengo ahora puede más que ningún otro sentimiento. Me doy la vuelta y salgo delante de Cassandra. Necesito aire fresco.



Dos días después del fatídico día recibo una llamada de un numero misterioso. Es sábado y me he pasado cuarenta y ocho horas metida en la cama, refugiada bajo las mantas. Soy patética, lo sé, pero en este momento no me importa lo más mínimo. El móvil vuelve a sonar y por no seguir escuchando la maldita musiquilla lo cojo. ¿No me había prometido desaparecer del mundo? No voy por el buen camino.

-¿Kyra?

Casi se me salen los ojos de las órbitas cuando escucho la voz de Javier al otro lado de la línea. ¿Cómo demonios ha conseguido este número?

-Soy Javier. Cassandra me ha dado tu número, pero no la odies por ello, me ha costado bastante convencerla.

Genial, entonces en vez de una larga tortura tendrá una muerte rápida.

-Ah –y mi voz de camionero sale a la luz- ya.

Si tan solo articulo monosílabos se cansará de hablar solo y podré volver pronto a mi agujero, ¿verdad? ¿VERDAD?

-Estaba preocupado.

-¿Si?

-Sí, el otro día desapareciste corriendo y luego no te he vuelto a ver, pensé...

-Enferma –no quiero saber lo que piensa, podría estar demasiado próximo a la realidad-. He estado enferma.

-Ya... si te encuentras mejor, ¿crees que podríamos dar una vuelta? Solo un ratillo... y si estás mejor, claro.

¿Quedar con él? Habría sido mi sueño hecho realidad hasta hace bien poco, pero en este momento sería una completa estupidez. No soy una maldita suicida sentimental.

-Claro, estaba pensando salir a por un poco de aire.

O tal vez si lo soy.

-Entonces me acercaré por donde vives, no quiero que te pongas malita otra vez. ¿Te parece en media hora?

-Ah, genial –mierda, mierda, mierda-. Te espero en la boca de metro entonces.

Tardo dos segundos en desentumecerme y saltar de la cama. Yo me lo guiso, yo me lo como. Ahora si, me voy a provocar una indigestión mortal a este ritmo, porque soy una maldita descerebrada. Una idiota desesperada por un cariño, estancada en una obsesión malsana y que no hace más que ponerse la zancadilla a sí misma una y otra vez.
Pero, hey, ahora tengo que decidir qué demonios ponerme.

Mi madre y Manolo se han ido todo el fin de semana a ver a mis abuelos al pueblo, que es el santo de mi yaya. Yo debería estar allí comiendo tarta y no frente a un maldito espejo intentando combinar una falda y unas botas.

Salgo tarde. Lo sé, es ridículo llegar tarde cuando tan solo tengo que cruzar la calle, pero soy así de fantástica. Javi me está esperando. Se le ilumina la cara con una sonrisa cuando me ve y viene hacia mí con andar despreocupado. Maldita sea, así cualquier estúpida obsesa se podría creer el centro de su vida.

-¿Qué tal te encuentras? No tienes muy mala cara.

-Bien, no fue nada más que una indigestión o algo así. Todavía no me muero.

-Me alegro –y de nuevo una sonrisa resplandeciente-. ¿A dónde vamos? Esta zona no la conozco, así que me pongo en tus manos.

Mira alrededor con desconfianza, y no me extraña, este barrio es el escenario típico de película en el que violan y atracan a la chica antes de que Superman llegue al rescate.

-¿Qué tal el patio de los yonkis?

Me mira como si estuviese delirando y no puedo evitar reírme.

-No te preocupes, no salen hasta que se hace de noche, son como los vampiros.

Caminamos un rato en silencio hasta que llegamos a mi portal y abro la puerta ante su atenta mirada. Está un poco desconcertado y creo que se desilusiona un poco cuando me desplomo en un poyete del reducido patio. No me gusta estar dando vueltas por aquí y en este patio no entra nadie, tan solo cae alguna jeringuilla o una botella rota de vez en cuando. Sin embargo, no voy a subir un chico a mi casa y menos si es él, sobre todo teniendo en cuenta que estoy sola. ¿Cómo iba a poder controlarme?

-Mejor no colarse en el castillo de Drácula aunque sea de día, ¿no crees? –mascullo mientras intento acomodarme sobre la dura piedra.

Se sienta a mi lado y casi puedo sentir el calor que emana de su piel en este maldito frío. Me arrebujo en mi abrigo para no saltar encima suyo.

-Tengo que hablar contigo y creo que este no es el mejor momento para hacerlo.

-Pues muérdete la lengua –según se lo suelto me aplico mis propias palabras. ¿Por qué demonios no mantendré la boca cerrada?

La cara que pone es un poema, parece que le acabe de asestar una patada en el estómago. Tiro nerviosamente del borde de mi falda, que no es para nada la adecuada. Enseña más piel de la que acostumbro a mostrar y a parte de que me estoy helando, siento cómo la mirada de Javi se desvía de vez en cuando al punto donde mis piernas desaparecen bajo la tela como si fuese un hierro ardiendo. Al menos he atinado al ponerme un suave jersey de cuello vuelto y no tengo que esconder el sujetador a la vez que intento llevar a cabo una desintoxicación brusca y acelerada.

-Tal vez es lo que debería hacer –continua tras pensárselo un poco-, pero soy un capullo y voy a aprovecharme de estos momentos de debilidad que puedas tener por estar enferma. –Coge aire y lo suelta antes de dejar de analizar en estampado de la falda y mirarme a los ojos-. He roto con ella. Con Celia, la chica del otro día. En realidad ya no nos veíamos, pero necesitaba aclararlo. Por eso gritaba. Me odia bastante. Quiere salir conmigo porque así el resto de tíos se la rifan.

Le miro y me doy cuenta de que se ha atascado, que no se atreve a seguir hablando. Y sé que yo debo hacer algo, que necesito hecer algo. Hablar, gritar, correr. Sé que el espera que yo haga algo, que si no reacciono esto acabará muy mal. Y sin embargo mi cerebro no funciona. ¿Qué significa todo esto? No quiero seguir creándome mi propia historia, pero lo hago. Cierro los ojos y dejo el dobladillo de la falda, que suba hasta donde quiera, porque yo vuelvo a tener fiebre y estoy soñando que el tipo que persigo me ha dicho algo grande.

Y como estoy desquiciada, enferma, obsesionada, dolida, enfadada y confundida, dejo de pensar. Y mi cuerpo sí que sabe reaccionar a esta situación. Cojo su cara y, tirando de él hacia mí, le beso.

Es un beso brusco al principio, luego tranquilo y acelerado, dulce y lleno de necesidad. Mordisqueo su labio con anhelo, su boca sabe a menta y a tabaco, su aliento es cálido. Cuando empieza a aplastarme contra el banco me siento a horcajadas sobre él y me olvido de que la falda se quede en su lugar. Porque sus manos cubren la piel que queda al aire y no siento el frío. Podrían llover cristales o desplomarse el edificio sobre nosotros y no nos enteraríamos.

Este es un beso largo. Y es nuestro.











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>>Imagen by wiccaylem

¿Qué tal el resultado? Aquí termina Como La Vida Misma, una historia larga y sin sentido con toques empalagosos. Sinceramente yo no se la recomendaría a nadie, pero allá vosotros.

Una vez finalizada esta pequeña aventura que ha supuesto escribir y colgar mi primer relato medianamente largo con principio y fin (normalmente me quedo con el princpio) he de decir que me he quedado bastante decepcionada. ¿Os suena de algo esta cantinela? ^^ En realidad esto no es lo que yo quería escribir, todo hay que decirlo. Si repasais los primeros capitulos veréis que aparecen un montón de personajes y el capitulo II no parece tener mucho sentido en este momento. Pero es que al principio esto iba a ser diferente. Yo soñaba con una historia épica y empalagosa sobre amores y desamores, son su aventuras diarias, traumas, lloros y risas. Empecé a escribir y empezó a degenerar, todo eso quería contar empezó a girar en torno a esa pastelosa historia de amor que iba a ser el hilo conductor. Degeneró, degeneró y degeneró hasta desaparecer. Bien, estaba escribiendo una de esas historias de amor absurdo que siempre he detestado. No hay problema, en vez de un relato tocho que me colapse la memoria del portátil lo reducimos a un relatillo que se pueda leer en una horilla. Y empecé a subirlo al blog. Pero como tenía bastante margen fui dejándolo y dejándolo hasta que me aburrí de Kyra y Ojazos. Había que darle una salida rápida. Así, mi fantabulosa historia ha quedado reducida a poco más que un aqui te pillo aqui te mato. Que se le va a hacer.
Pero, hey, tampoco está tan mal. Tiene un par de fans y yo me he divertido escribiéndola, sobretodo por lo difícil que ha sido cuadrar todos los bruscos cambios que iba tomando el argumento, asi que no puede estar tan mal. Casi tengo la sensación de que Kyra ha escrito su propia historia. No podía ser de otra forma al fin y al cabo.

Sinceramente, espero que os haya gustado. A los que no... bueno, esperemos que la próxima os llevéis un mejor sabor de boca.

bExotess!!